Los tumores de glándulas mamarias representan aproximadamente el 42% de la totalidad de las neoplasias en los caninos y el 82 % de las que aparecen en los órganos genitales femeninos en esta especie (Brodey, y col., 1983; Moulton, 1990).
Aproximadamente entre el 41-53 % de las neoplasias mamarias suelen ser malignos (Brodey y col., 1983; Gilbertson y col., 1983). Sin embargo, estos datos son de estudios realizados en USA y Europa donde hay mayores controles veterinarios y muchas veces encontrados como tumores benignos y operados rápidamente. Lamentablemente en Argentina, la situación es muy distinta, donde más del 90 % de la neoplasias mamarias son malignas en las perras (Hermo, 2008).
Las gatas presentan una incidencia de cáncer mamario menor que las perras, sin embargo los tumores mamarios representan un 17 % de las neoplasias que afectan a esta especie (Hayes y col., 1083).
Pero a diferencia de las perras, el comportamiento biológico de las neoplasias mamarias felinas, suele ser más agresivo y con al menos un 85 % de todos los tumores con características malignas – USA y Europa - (Brodey y col., 1983; Gilbertson y col., 1983).
El tratamiento de elección en todos los casos, es la mastectomía (McEwen y Withrow, 1996); y el diagnóstico definitivo se basa en el estudio histopatológico de la mama afectada luego de su extirpación (Fergusson, 1985).
La utilización de quimioterapia como adyuvante, en el cáncer mamario canino y felino, ha demuestrado prolongar el tiempo libre de enfermedad y/o sobrevida general en forma considerable y significativa, (Karayannopoulou y col., 2001; Novosad y col., 2006).
Si bien muchas veces no hay unanimidad de criterio entre los diferentes oncólogos veterinarios respecto a cual/cuales son las mejores drogas de elección en primera línea, no hay duda que la aplicación de diferentes protocolos estaría recomendada.
En nuestra experiencia personal, hemos visto que los protocolos quimioterapicos adyuvantes a la cirugía en neoplasias mamarias caninas y felinas, son efectivos y mantienen a las mascotas con una muy buena calidad de vida y largos tiempos de sobrevida.
Es importante que la aplicación de determinados protocolos quimioterapicos sean realizados en forma correcta y con un seguimiento adecuado.
Cada protocolo quimioterapico debería ser diseñado por un oncólogo veterinario, con experiencia en el manejo de estas drogas y en el manejo de los pocos efectos colaterales que puedan llegar a aparecer.
En las mascotas, por suerte, no se ven los efectos colaterales que muchas veces sí son vistos en los humanos (caída el pelo, vómitos y diarrea frecuentes, erupciones en la piel, etc.); pero cuando estas aparecen, deben intentar resolverse adecuadamente.
De otra manera, los tratamientos paliativos o “no hacer nada”, indefectible llevan a un desenlace indeseable en un corto periodo de tiempo.
La utilización de antihormonas (principalmente tamoxifeno) como adyuvantes, está restringido debido a los efectos colaterales severos que tienen muchas de estas drogas en esta especie (Morris y col.,1993; Kitchell, 1995). No hay ningún estudio en veterinaria en que haya demostrado en la actualidad, que este tipo de tratamientos prolongue la sobrevida de las mascotas con cáncer mamario.
Sucede algo similar con el tema de vacunas oncológicas en veterinaria. En la actualidad no hay ningún estudio que halla demostrado fielmente y objetivamente, que algún tipo de vacuna en el cáncer mamario canino y felino se efectiva. En oncología, las parámetros que miden la efectividad de los tratamientos son el tiempo libre de enfermedad, sobrevida y calidad de vida.
Y como se comentaba anteriormente, nadie pudo demostrarlo, a pesar que muchas veces este tipo de vacunas se comercializa. Si, hay vacunas efectivas para otros tipos de canceres en veterinaria, pero no para cáncer de mama en felinos y caninos.
Los candidatos para terapia adyuvante son pacientes con tumores mamarios malignos en estadios III – tumores de más de 5 cm de diámetro- (Hampe y Misdorp, 1974) o con tumores malignos de más de 5 cm de diámetro con compromiso de los ganglios linfáticos regionales (estadio IV).
Sin embargo, muchos oncólogos veterinarios consideran que ante la presencia de una neoplasia maligna de menos de 5 cm de diámetro, igualmente debería indicarse un tratamiento complementario y adyuvante a la cirugía.
Esto es debido, a que es bien sabido, que una neoplasia mamaria por más pequeña que sea, si es maligna tiene el potencial y capacidad de metastatizar (Esserman y col., 2011; Heimann y Hellman, 2000; Hum, 2009). Esta capacidad metastasica puede ser anulada o disminuida, por los protocolos quimiotepapicos.
Las metástasis son implantes tumorales separados del tumor primario. La presencia de metástasis caracteriza de forma inequívoca como maligno a un tumor, debido a que las neoplasias benignas no se diseminan a distancia (Cotrany col., 1995).
En los casos de metástasis, muchas veces con un tratamiento adecuado también se logra evitar una progresión de la enfermedad y prolongar la sobrevida.
Para obtener mayor información también puede seguir el siguiente link: http://www.oncoveterinaria.com.ar/quimio.htm
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